Tu miedo te está haciendo invisible.

Sí. Te mantiene en el anonimato.

Y, peor aún:

Te está dejando atrás mientras el mundo digital crece, se fortalece y avanza. Imparable.

No te culpo. Yo estuve en tu lugar.

Y es que saber posicionarte y hacer que tu marca personal se note en el universo digital no es intuitivo. O, al menos, no lo fue para mí.

Tuve que estudiar cientos de horas. Me sumergí en el apasionante mundo del marketing de autoridad y me enamoré.

De inmediato supe que lo que estaba aprendiendo no solo me serviría a mí.

Quién lo diría... 

También estaba trabajando entonces para ti. De forma que cuando llegara este momento, hoy, ahora, al encontrarnos, pudiera decirte:

Está bien tener miedo. 

Es el mejor combustible para dar un giro completo a tu vida y construirla a tu medida, no según las reglas de nadie más. 

Porque eso es lo que potenciar tu marca personal hace por ti. 

Te lo digo después de haberlo comprobado en mi piel. Teniendo hoy la libertad que me dio posicionar mi marca en LinkedIn. 

Resultó que decenas de miles de personas resonarían con lo que tenía por decir. Y yo, inocente en el anonimato, no lo sospechaba. 

Solo al hacer oír mi voz se activó el poder magnético de mi marca. Siempre había estado ahí, adormecido. Silente. Esperando por ser usado a mi favor. 

A mis 40 años decidí que ya era hora de construir digitalmente lo que ya tenía offline. 

Y que mi alcance no se limitaría a los confines de mi nueva ciudad sueca a la que me fui sin siquiera saber el idioma local. 

Decidí que mi escenario era el mundo, que mi mejor activo era mi marca personal, y que la herramienta más potente (y gratuita) a mi alcance era LinkedIn. 

No me equivoqué

Después de meses de investigación y aprendizaje, mi primer post consiguió tres millones de impresiones y docenas de clientes que querían trabajar conmigo. ¡Ya! 

Imagina que hubiera seguido escondida... Estaría aún en aquel puesto que jamás sacaría todo mi potencial. 

Cientos de miles de euros vendidos después, lo único que me pregunto es: ¿por qué no lo hice antes?

Viendo lo que esta red hizo por mí desarrollé un método propio para ayudar a mis clientes a crecer en la plataforma. Todo empieza con tu perfil y actividad en LinkedIn.

Mi obsesión por entender su lógica para sacarle máximo provecho me convirtió en la creadora más reconocida en español en todo el mundo. 

Piensa en lo que eso significa: 

Te había dicho que mi voz hasta 2022 era anónima. Si hoy soy un referente es por lo que decidí hacer por mi marca personal digital. 

Lo mismo que quiero para ti. 

Todo lo conseguí sin pagar la versión premium de LinkedIn, sin trampas, sin pods. Solo mi voz, mi contenido y mi marca. 

No te hace falta nada más para conseguir aquello que quieres. 

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Tu marca personal no es tu currículum virtual.

Tampoco es una colección de hashtags motivacionales ni poses estudiadas mirando al horizonte.

Y no, tu problema no es tu CV, ni tu experiencia. 

Es que te vendes como si pidieras perdón.

Duele, lo siento.

Pero duele más ver cómo desperdicias tu potencial tratando de encajar en un sistema que ni siquiera funciona.

¿Sabes qué es lo verdaderamente sexy en una marca personal. 

Las cicatrices profesionales que escondes. Los retos que enfrentas. Las opiniones que invitan al debate.

Esa es la marca que el mundo está esperando. No necesitamos otro "apasionado por los retos" o "enfocada en resultados". 

Necesitamos tu verdad, tu perspectiva, tu voz. Las auténticas.

Tu marca es el territorio que conquistas con tus ideas, las conversaciones que provocas, las mentes que despiertas, los corazones que tocas.

Es el rastro indeleble que dejas cuando te atreves a ser magnificamente tú.

En un mundo cada vez más competitivo, la seducción profesional ya no viene de parecer "empleable".

Viene de ser inolvidable. Inconfundible.

De defender tus ideas con la misma pasión con la que defiendes tus sueños. 

De mostrar tus heridas con la misma elegancia con la que muestras tus logros. 

De ser tan auténticamente tú que el mundo no tenga más remedio que prestarte atención. 

Te lo dije antes: quién diría que de todos los sitios en Internet, terminarías aquí, en mi casa. Leyendo una invitación que escribí, sin que entonces lo supiera, para ti.  

¿Empezamos?

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